El amor llegó de golpe, los tomó desprevenidos en pleno otoño.
Él era mas bien tímido y cuando ella le sonrío, por poco bajo la mirada, nervioso. Pero algo en los ojos sinceros de ella, en la manera en que la luz parecía ser atrapada en su cabello y su piel canela, lo hizo devolverle la sonrisa. Ella quedó cautivada por la dulzura de sus ojos tiernos, y algo dentro de si la hizo acercarse a saludar.
La primera vez que se tocaron, al darse la mano, ambos sintieron como si una corriente de electricidad les atravesara el cuerpo, a él le faltó el aire, a ella se le aceleró el pulso.
El amor les llegó de golpe, si, pero nunca antes se habían sentido tan afortunados. Y él, científico que no creía en la suerte, ella soñadora que no creía en las coincidencias, creyeron en el destino.