Lloró en mis brazos, con el corazón desconsolado mientras yo la escuchaba y acariciaba su largo cabello negro, sin dejar de abrazarla, le susurré:
Mereces un amor de una entrega total,
un corazón sin muros ni candados,
alguien que sepa lo que quiere,
sin dudas,
sin arrepentimientos.
Mereces a alguien que
cuando recorras el camino que los separa,
lo encuentres a la mitad,
porque también estaba yendo a ti,
acortando las distancias.
Mereces un amor que entienda de voluntad,
de acciones que hablan mas que palabras,
de palabras que a veces
son necesarias decirse en voz alta,
volverlas reales.
Mereces alguien con quien construir juntos un futuro
que vaya siempre hacía el mismo sitio,
que te haga el café en las mañanas y el amor en las noches,
que siempre se despida de ti con un beso dulce en los labios.
No me di cuenta, pero en algún momento yo también había empezado a llorar.
– ¿Me lo dices a mi o a ti?
– Creo que a ambas, creo que al mundo, nadie se merece un amor a medias.