La delato su sonrisa.
Trató de ralentizar su ritmo cardíaco y casi consiguió que latiera como si no quisiera saltar de su pecho a los brazos de él.
Logró controlar los destellos de sus ojos, esos que los volvían más luminosos en su presencia y llenaban su rostro de un brillo especial.
Su voz fue lo más sencillo, amante de las palabras, llevaba toda una vida de conocerse, sus entonaciones y matices sabían ya ocultar hasta sus emociones más intensas con palabras de calma.
Pero su sonrisa, a esa no la conocía tanto, no pudo controlar que se le dibujará en el rostro apenas volvía a verlo.
Fue una sonrisa enorme, maravillosa. La hacía ver aún más hermosa y cuando el la vio, sus labios igualaron su sonrisa y sin quitarle la mirada de encima, le dio el anhleado beso.