Te imagino despertando a mi lado, tu cabello alborotado y despeinado como consecuencia de lo que horas antes nos hubiera dejado exhaustos y plenamente felices, tu tupida barba de candado enmarcando tu rostro y ocultando tu sonrisa, tu expresión de paz mientras, boca abajo y con la cara de lado, abrazas la almohada.
Abres los ojos y me descubres ya despierta, contemplándote dormir, y nos sonreímos al mismo tiempo. Entonces dejas de abrazar la almohada y pasas tu mano por mi espalda desnuda desde la base del cuello hasta mi estrecha cintura, donde te detienes un breve momento y te inundas de la calidez de mi piel, que reacciona al roce de la tuya.
Tomándome de la cintura me acercas a ti sin dejar de regalarme tu más encantadora sonrisa. Irradias seguridad y sensualidad, tu mirada casi lujuriosa no puede evitar traslucir un toque de romanticismo.
Entonces, de repente, ya me tienes de nuevo toda entre tus brazos, y sin dejar de mirarme, simplemente me dices “Buenos días”.
Octubre, 2012