Y lo fui postergando
y el adiós se quedó para siempre
atorado en mi garganta.
Ahora cuando a veces paso
por nuestros lugares de siempre,
una leve sonrisa se dibuja en mis labios.
Existimos mientras alguien nos recuerde, dice Zafón.
Yo te prometo amigo mío,
que el olvido no llegará nunca a mi corazón.