Desperté y él no estaba a mi lado, entonces sentí una ligera ráfaga de viento -la puerta hacia el balcón estaba abierta -y con la tenue luz de la mañana que estaba apenas comenzando, miré hacia el balcón buscándolo con ojos ansiosos, alcanzando a ver su silueta.
Camine despacio con pasos ligeros, para sorprenderlo. Estaba recargado en el barandal, mirando el sol que apenas estaba empezando a asomarse entre las nubes. Me puse a su lado, poniendo mi mano sobre la mano con la que estaba agarrado al barandal y sintiendo la electricidad que el tacto de su piel me trasmitía. Después recargué mi cabeza en su hombro y miré hacia arriba – aun no me acostumbraba a mirar hacia arriba pero me encantaba que fuera tan alto – Su mirada estaba contemplando con ternura el amanecer y no pude evitar sonreír.
Entonces salió de su ensoñación y volteo a verme, mirando directamente a mi alma que también le sonreía a la par de mis labios.
– Es un amanecer muy hermoso – Comenté sin dejar de sonreír.
El giró de manera que quedo frente a mí, me rodeo la cintura con los brazos y me acerco a él. Me sentí feliz inundada en la calidez y familiaridad de su cuerpo. Me regalo su sonrisa más encantadora y me dijo -Mi amor, como este, tendremos aun amaneceres más hermosos que contemplar, pero siempre que tu estés a mi lado, no me importara que tan gris pueda colorearse una mañana-