Aunque sean invisibles las marcas sobre la piel que nos deja el pasado ahí están, latentes, expectantes. Se arrastran a veces a los rincones de la mente, despertando recuerdos dormidos e ignorados.
Ahí están las caricias ya olvidadas de quienes en algún momento tal vez nos quisieron, de quienes seguramente desearon algo más que nuestras almas.
Ahí están los besos ya marchitos de aquellos en cuyos labios en ese entonces llenos de mieles nos perdimos sin parar, siempre ansiosos de un poco más.
Ahí están todos esos recuerdos, cálidos, aromáticos, ausentes. Los encerramos, tratando de olvidarlos, pero a veces se rebelan y escabullen por las grietas que han marcado nuestro corazón.
Es entonces cuando por momentos nos invade la nostalgia y nos sobrepasa la melancolía.
Es ahí donde a veces te extraño.